sábado, 3 de abril de 2010

Otro caso más de segregación eclesial

Es irritante y escandaloso: un profesor de Religión es despedido por la Institución Eclesial (los obispos) por haber hecho pública su condición de cura casado. La noticia completa la dejo aquí. El comentario sale solo: la institución eclesial hace encaje de bolillos para mantener en las filas de la iglesia a personas de dudosa reputación (me remito a los casos protegidos y ocultados de pederastia, a la tomadura de pelo de los lefevristas, entre otros muchos) y no duda en expulsar sin miramientos a quienes ponen en cuestión aspectos muy secundarios de la institución (especialmente el celibato obligatorio de los clérigos). No les importa nada que estas personas sean queridas por sus comunidades, valoradas en sus centros de trabajo ni que trabajen por la evangelización. Porque si se desvela que un cura casado es tan válido como un cura célibe ¿dónde se queda la condición clerical, seña de identidad de tantos ministros ordenados? ¿Qué ocurrirá con el dualismo clérigos/laicos, tan celosamente cuidado por la Iglesia?

Levanto de nuevo mi voz para decir SÍ al celibato no impuesto, elegido con libertad y al servicio del evangelio. No al celibato obligatorio, impuesto como disciplina eclesial, nada carismático y llave para la segregación eclesial. No a la distinción entre clérigos y laicos y un SÍ más fuerte a la iglesia ministerial, en la que los ministros sean uno más entre sus hermanos.