jueves, 1 de noviembre de 2012

Hace 25 años

Hoy, en otras circunstancias, hubiera sido un bonito día de fiesta y celebración: felicitaciones, recuerdos compartidos...
Hace veinticinco años que recibí la ordenación sacerdotal de manos de D.José Méndez Asensio. Fue una preciosa celebración, sencilla, participada. A veces recordamos los crisantemos con que se adornó la iglesia y nos reímos, pues son flores asociadas al día de los difuntos (se ve que no había otra cosa debido a las fechas).
Después de trece años de ministerio público, vivido con un gozo indescriptible, di un golpe de timón a mi vida y pasé a ser un cura casado, y por lo tanto, un cura clandestino, obligado a ocultar su condición de sacerdote y privado de presidir públicamente los sacramentos, especialmente la Eucaristía.
Desde ese momento, el día de Todos los Santos ha sido para mí una fiesta íntima, en la que he reafirmado mi condición de presbítero, aunque sin comunidad que acompañar.
Sigo alimentando el sueño de una Iglesia que no vincule el ministerio con el celibato; sigo luchando por ello, aunque sé que yo no viviré para verlo. Pero mi amor por la Iglesia me anima a esforzarme para darle un nuevo rostro, anhelado por muchos cristianos.
Te doy gracias, Padre, por haberme llamado al ministerio sacerdotal, gracias por tanta gente que le ha dado sentido durante tantos años y gracias por los que siguen soñando junto a mí.