lunes, 23 de marzo de 2009

Cuidar la vida para transparentar la eucaristía


Llevo un mes sin poder celebrar la eucaristía con mi comunidad. Cada fin de semana he viajado a Granada para estar con mi madre en el hospital y echar una mano a mis hermanos que cargan con su cuidado de lunes a viernes. Cuando empezó esto habíamos tratado en comunidad el tema de la eucaristía, siguiendo el temario de la Fraternidad, y se me quedó grabada la frase que da título a esta entrada del blog: cuidar la vida para transparentar la eucaristía.


En este mes de apartamiento he vivido intensamente la experiencia del dolor, de la cercanía de la muerte, del perdón, de la intercesión en los conflictos, de la paciencia, de la caridad; también de la alegría de la curación, de la fortaleza en la debilidad, de la fe intensa, de la esperanza contenida. ¡Cuánto he echado de menos compartir esto en nuestra eucaristía! Cada sábado he esperado la hora de la eucaristía comunitaria, me he sentido unido a todos y me he sentido querido por todos.


Dice el texto del tema que cada acto nuestro tiene que vivirse como parte de la eucaristía que nos reunirá el domingo (sábado). Así lo he querido vivir y así deseo celebrarlo con los hermanos.


La eucaristía no es un acto más de la semana. Forma parte de mi vida.

domingo, 15 de marzo de 2009

Cuaresma en primera persona

Un amigo y hermano valenciano me envió el otro día el enlace a este vídeo sobre la Cuaresma. Me pareció magnífico y lo comparto con vosotros. Es urgente disponer de versiones actualizadas de los tiempos litúrgicos que nos saquen del aletargamiento espiritual en que solemos vivir y nos lancen a vivir en primera persona el mensaje de Jesús.


Y la guitarra se quedó sola...


El viernes pasado estuve tomando unas cervezas con mi amigo Paco y sacamos el tema de la música, tema que nos une mucho y por el que sentimos verdadera pasión. Nos lamentábamos de que en las generaciones jóvenes parecía que se había perdido o descuidado el uso de la música aplicada a la pastoral y a la liturgia.

Recordábamos lo importante que fue en los años 80, en los inicios del CJC de Granada la canción. Se cantaba muchísimo y llegamos a editar un cantoral (que ya ha tenido 3 ediciones). Por las canciones que cantábamos muchos jóvenes encontraron un medio estupendo de expresar su experiencia de fe y muchos aprendieron a orar.

En los últimos años, cuando los que habíamos liderado este ministerio hemos querido dar paso a otros más jóvenes nos hemos encontrado conque no hay relevo. Llevamos 30 años animando las eucaristías con nuestras guitarras y el día que tenemos que ausentarnos se canta "a pelo" o no se canta. ¡Qué tristeza!

Y el caso es que a los jóvenes de los grupos, cuando les enseñas las canciones en convivencias o pascuas, les encanta oírlas y a duras penas las cantan. Pero es lluvia de un día. Es como los clinex.

¿Estaremos de nuevo ante un síntoma más del cambio generacional o cultural postmoderno?

Sobre esto hay mucho que hablar y que escribir. Volveré a la carga en otro momento.

sábado, 14 de marzo de 2009

¿Estamos en el mismo barco?


En las reuniones de mi comunidad solemos comentar con mucha frecuencia el desconcierto que nos provoca el relativismo con que algunos -jóvenes y adultos- viven la participación activa en los acontecimientos que alimentan la fe personal y edifican la comunidad: la eucaristía semanal, los retiros y hasta la misma participación en las reuniones comunitarias.

Parece que, en principio, es un tema de prioridades: asistir a cualquier acontecimiento programado es inexcusable excepto lo que concierne a la vida espiritual y comunitaria. Ésta suele aparecer en los últimos peldaños de lo prioritario en la vida. ¿Por qué es así?

Es difícil encontrar una respuesta simple que nos satisfaga. Es posible que cada caso responda a una motivación diferente. Pero no puedo dejar de pensar que en el fondo existen concepciones diferentes de la vivencia de la fe cristiana nacidas de concepciones diferentes de la misma vida.

Todos sabemos que lo que se ha venido a llamar postmodernismo, este nuevo paradigma sobre el que estamos edificando nuestra forma de entender la vida, preconiza el individualismo más feroz, la estética vacía de una ética que la sustente, el placer y bienestar a toda costa (hedonismo). Un individualismo cuyo lema podría ser: “el mínimo de coacciones y el máximo de elecciones privadas posibles; el mínimo de austeridad y el máximo de deseo”. Es una cultura narcisista: el individuo está centrado en la propia realización emocional, da prioridad a la esfera privada y reduce la inversión de carga emocional en el espacio público (abandono de lo político e ideológico).

En este contexto, los valores radicalmente cristianos se enfrentan cual David contra Goliat en una batalla desigual. La enseñanza de Jesús de Nazaret radica en vivir desde una claves que se contradicen con este postmodernismo del que hablamos: lo comunitario frente al individualismo; la renuncia a uno mismo frente al hedonismo; el anuncio del Reino como formulación de una reforma total de la sociedad frente a la defensa a ultranza de la esfera privada a costa del resto de los mortales.

En fin, me preocupa muchísimo este tema y no sé cuál puede ser la solución. Pero tengo por seguro que los cristianos tenemos que reformular nuestra vida de fe a la luz de los nuevos tiempos, sin perder lo verdaderamente fontal de la experiencia cristiana: seguimiento de Jesús, para construir el Reino, en comunidad de hermanos. Tenemos que ser capaces de llevar esto a la pastoral juvenil y a nuestras comunidades.

Mientras tanto, algunos nos seguiremos creyendo que somos de otra generación, que tenemos otro enfoque de la vida, de la iglesia, de la fe... y procuraremos que todo esto no nos aparte de los hermanos más jóvenes y que nosotros no nos apartemos de lo que da sentido a nuestras vidas.