sábado, 25 de abril de 2009

Mi opción definitiva

En la eucaristía del día 25, en el Tercer aniversario de las Escuelas Pías Emaús que hemos celebrado en Montequinto, hice la opción definitiva a la Fraternidad Escolapia, junto con algunos hermanos de comunidad. Este es el texto que leí y que comparto con vosotros.



Hace ya muchos años que puse rumbo a mi humilde barca en dirección a Jesús y su evangelio.



Durante este tiempo he aprendido a navegar, he desplegado las velas y viajado lejos, he atracado en inumerables puertos en los que he conocido a ilustres e intrépidos navegantes y, sobre todo, he intimado con sencillos pescadores para quienes la mar, esta mar de la que hoy hablamos y celebramos, es su vida, la que los hace felices y sin la que no podrían vivir.


He recorrido interminables millas con la mar en calma, disfrutando de seductores amaneceres y de sugerentes puestas de sol. También me ha tocado navegar por mares agitados y luchar por mantenerme a flote en terroríficas tempestades.


Y en todas estas travesías, disfrutando del horizonte o agarrado fuertemente al bote para no zozobrar, he confirmado que no sé ni puedo vivir de otra manera que navegando hacia ese puerto que no aparece en los mapas pero cuyas pistas voy encontrando en cada puerto que visito, en cada pescador que conozco y, me atrevo a decir, en cada latido de mi inquieto corazón.


Mi fe en Jesús es inquebrantable, Él es el Señor de mi vida y mi proyecto personal gira torpemente en torno a su Palabra. Lo he descubierto, vivido y celebrado en comunidad y sin ella no sería posible decir lo que acabo de afirmar.


Por eso, yo, Ricardo Caro Chena, vuelvo a dar ante la comunidad, como si fuera la primera vez, mi sí definitivo al seguimiento de Jesús y a la construcción del Reino, en su Iglesia, junto con los escolapios y me comprometo a asumir en mi vida el proyecto de esta Fraternidad.


domingo, 19 de abril de 2009

El sacramento de la camiseta

Ayer tuvimos la suerte de contar con la presencia de un nutrido grupo de chavales en la eucaristía de la Comunidad Cristiana Escolapia. Estaban celebrando un encuentro con el lema "Buscando a Jesús". Podéis imaginaros la gozada de celebración, acostumbrados a participar en ella habitualmente diez o doce personas. Al ser octava de Pascua se podía notar el efecto de la fiesta grande en cada uno de los que allí estábamos. Además, la capilla conservaba casi íntegra la decoración de la Vigilia Pascual.



Terminada la eucaristía y mientras íbamos hacia la puerta de salida escuchamos por la megafonía la llamada de un catequista para que los chavales volvieran a sus asientos: iba a comenzar el acto de entrega de las camisetas del encuentro. Ya había oído que este acto se ha convertido en habitual en encuentros y campamentos, pero nunca lo había vivido en directo. Así que afiné el oído para enterarme bien.



Es todo un ritual perfectamente definido y rubricado. Los catequistas llaman al orden para crear el ambiente adecuado al momento que van a vivir a continuación. Llaman por su nombre a cada chaval, lo revisten con la camiseta -que lleva serigrafiado el lema del encuentro- y le dan un abrazo. También los catequistas reciben el símbolo en cuestión y, por supuesto, el abrazo posterior.



Seguro que los chavales, cuando regresen a su lugar de origen y utilicen esa camiseta, rememorarán las experiencias vividas en este encuentro y brotarán en sus corazones sentimientos de amistad y cariño recordando a los compañeros con los que compartieron reflexiones, emociones y momentos intensos de comunicación. La camiseta establecerá entre ellos un vínculo de comunión inquebrantable y duradero aún en la distancia.



Inmediatamente recordé a Leonardo Boff y sus Sacramentos de la Vida y comenté con un hermano: esto es el Sacramento de la Camiseta. Y una pregunta: ¿alguna vez será la Eucaristía un sacramento de la vida para los chavales?

jueves, 9 de abril de 2009

Razones para celebrar la Pascua

Me encantaría que este vídeo lo hubieran grabado los jóvenes de nuestros grupos. Abundan más en nuestros grupos las razones para NO ASISTIR a la Pascua, para asistir a medias, para asistir cuando me apetezca y no tenga otras cosas que hacer, porque es muy caro (por no decir que prefiero gastarme el dinero en otras actividades), porque salgo de nazarerno, porque me gusta más ver las procesiones...

Cada año, después de dedicar nuestras vacaciones de Semana Santa a preparar con cariño la Pascua Joven nos embarga la tristeza de vernos de nuevo los mayores, los de siempre y algún grupito de jóvenes. Y nos preguntamos cada año: ¿dónde están los demás, la mayoría, los catequistas que evangelizan a los pequeños, los que forman parte de nuestra iglesia particular? ¿Es que no se sienten llamados? ¿Es que no desean celebrar con los que son sus hermanos de comunidad, de Iglesia? ¿Es que no han descubierto en su interior a aquel que enseñan en la catequesis, al que los convoca? ¿Acaso no tienen razones para celebrar la Pascua?

Ójala se dieran cuenta de lo mucho que los echamos de menos en las celebraciones, de cuánto pierde la comunidad con sus ausencias.

A lo mejor algún año podemos grabar un vídeo así. Pido a Dios que nos mantenga siempre fieles y constantes en hacer memoria de la entrega generosa de Jesús y celebrarlo en comunidad. Que no nos falten nunca razones para celebrar juntos la Pascua.