Es Pentecostés y pido al Espíritu Santo que a mí y a mis cercanos nos inunde con los dones del amor y de la misericordia. Nos hace mucha falta. Sin estos dones es imposible que construyamos la Iglesia, la fraternidad de hermanos que da testimonio de Jesús resucitado, vencedor del pecado y de la muerte.
ternal. Hacer caso del tú y del vosotros y del ellos y él. Poner
atentos los oídos y en sintonía el corazón. Elevar antenas y abrir
canales.
El, que es Palabra viva, eficaz y consolante.
cuada para identificarlos. Es una palabra histórica y vieja de
otros tiempos, llena de evocaciones de justicia: «oidores». Oido-
res de los hombres; oídos y ojos abiertos a todo mensaje y a
todo grito. Escuchas vigilantes. Porque no es fácil oír, no...
Hemos cantado alguna vez que «su palabra es murmullo y no
oímos». No oímos tantas veces
porque hay que imponer silencio dentro de uno mismo,
hacer callar los diarios instintos, encadenar el mal que
en uno nace;
far... dejar establecido el contacto con el mundo en
torno;
rancia y apertura
con ideas nuevas
con personas nuevas
con técnicas nuevas
con un mundo diverso.
con disponibilidad para escuchar la palabra que se lee como carta
de un amigo en la vieja biblia de cabecera; la que se repite en
el quehacer de cada jornada reflejando las señales de los tiempos
y las pistas por donde anda Dios y viene acercándose el futuro;
esa palabra que vive y se renueva vigorosamente en el encuentro
con el Señor Jesús.
los que llegan a oír,
los que aguardan...!
de eficacia y compromiso
aunque sea con la conciencia de infinitas limitaciones;
aunque su esfuerzo no sirva siempre de faro visto y en-
tendido;
ideal no logrado.
los que eligen camino en cada amanecer; los que siembran la
palabra diariamente para que dé el ciento por uno.
ellos no se enteren nunca. Y hasta las aves comerán en su cam-
po. Y su existencia habrá estado alimentando ideales y esperan-
zas. Y dará fruto abundante.
bres, incluso cuando su intemperancia duele y su albo-
roto en torno aturde a los oídos propios;
multiplicar los contactos, para no escuchar siempre en la
misma onda y el mismo canal, lo que estrecha la con-
ciencia y limita comprensiones;
estar dispuestos a servir de bálsamo, cuando debes con-
vertirte en lago remansado a donde acuden los veci-
nos no a pedir consejos, no a ayudarte. Simplemente
a que alguien les escuche.
y mediodía. Y no sabemos en qué momento una partecita nos
llegará. Pero nunca de regalo, sino como resultado
de un esfuerzo,
de un largo silencio
de una espera reflexiva.
vez por enterados. Creer que ya hemos llegado a «la» verdad
y contentarnos con la verdad «nuestra»; una especie de evan-
gelio para andar por casa cuyas certezas suenan bien a los pro-
pios instintos y a la pereza permanente.
encubiertos. La hora de las transacciones y compraventas inten-
tadas hasta en lo más sagrado. Con mayor o menor consciencia.
Y, ¡ay de los que aceptan la situación conscientemente!
el alma;
porque la verdad se irá deformando en su interior; y la
porque manipular es oficio diabólico: dar por verdad la
porque suele ser movida por el egoísmo;
porque se congela igualmente la búsqueda de la verdad.
No se la deja florecer. Y se va a más: se la enmudece,
se la mata, se la amordaza, se la sepulta;
porque es hacer inútil el evangelio; pretender dominarlo
y oprimirlo.
prano que tarde. Viene a ser gente que de verdad no compadece,
incluso cuando llora; que no se conmueve ante la injusticia, aun-
que hace gestos y dice palabritas; que hace oídos sordos ante
la necesidad de cada día. Corazón congelado. Capaces de pagar
a sicarios disfrazados para que hagan en su nombre el mal que
por cobardía no se atreven a hacer directamente.
aceptaba. Manos
nificado;
que dicen «sí» y «ahora», pero ni van ni actúan;
que se vuelven incapaces para el saludo.