domingo, 7 de junio de 2009

La fiesta de la Comunidad


Celebramos la festividad de la Trinidad. Decía Óscar Romero en una homilía tal día como hoy: No se trata de otra cosa, sino nada menos que de una fiesta en honor de Dios. La Trinidad es la expresión cristiana para designar el Dios verdadero que, siendo uno solo, tiene tres personas distintas que se llaman: el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. Es muy lógico que después de haber celebrado el misterio de Cristo que salvó al mundo, nos remontemos con Él hacia las alturas de donde procedió esa redención; y también, después de haber recibido el Espíritu que vino de lo alto para infundirse como vida cristiana a esta Iglesia que somos nosotros, nos remontemos como quien va río arriba. A través del Espíritu llegamos hacia la fuente de lo divino y eso quiere ser la fiesta de hoy: un remontarnos al origen y a la finalidad de todo el misterio de Cristo que seguimos viviendo en la Iglesia.

Hace años, cuando animaba los comienzos de una comunidad cristiana, se me ocurrió que el día de la Trinidad podría ser muy bien el día de la Comunidad. Porque la comunidad cristiana es la realización práctica y terrenal de aquello que contemplamos como divino y lejano. El Padre, el Hijo y el Espíritu se hacen uno en el Amor. Y esa es la enseñanza final de Jesús: que nos amemos unos a otros como él nos amó, igual que él se sentía inmensamente amado por el Padre.

Qúé bien estaría que cada año, en el día de la Trinidad las comunidades cristianas celebraran su fiesta; celebraran lo que es más importante por encima de aniversarios, carismas y demás efemérides temporales: que somos hermanos y queremos vivir amándonos porque Dios así lo hace con nosotros.

Proporcionar un día especial a la comunidad en el calendario podrá servir para tomar conciencia -a veces la perdemos- del tesoro que hemos recibido del Padre (Dios me dio hermanos) en la Comunidad. Y no estaría de más que, además de celebrarlo en el altar lo hiciéramos también "a lo humano", compartiendo unas tapitas y unos refrescos, que a veces parece que si no hay de esto no hay fiesta que valga.

¡Felicidades, hermanos comunitarios! ¡Felicidades, comunidades amigas! ¡Felicidades, Iglesia!

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