domingo, 17 de marzo de 2013

Francisco I, un viento fresco

Siempre ando a la gresca con la jerarquía eclesiástica, pero a la hora de la verdad no me he querido perder ni un detalle del cónclave. En esta ocasión lo he esperado sin mucha ilusión, prejuzgando que tendríamos más de lo mismo y, por lo tanto, sin esperar novedades o sorpresas.  Pero al ver aparecer a Bergoglio la cosa comenzó a cambiar, no sin algunas reticencias. De hecho, mi primer comentario en el FB después de la elección fue "no es oro todo lo que reluce", pues cuando busqué referencias de este cardenal, lo primero que leí fue que era considerado un conservador.

Pero cada uno de los signos que nos ha regalado Francisco me han suavizado por dentro y ahora comienzo a creer que el rumbo de la Iglesia puede cambiar, aunque sea poco.

Me impresionó la ausencia de vestiduras litúrgicas y el pectoral sencillo y desgastado. Me llamó la atención que usó la estola de la bendición sólo para bendecir y no para adornar su figura, pues se la quitó enseguida.
Las palabras sencillas y nada rimbombantes, el gesto de pedir la bendición del pueblo, de presentarse como el obispo de Roma, no querer utilizar la limusina y marchar con el resto de cardenales a Santa Marta ("con los muchachos,como dijo), presentarse en el hotel donde se hospedó antes del cónclave para pagar la cuenta, el respeto con el que trató a los más de cinco mil periodistas congregados en la audiencia, sin prepotencia y atendiendo a la pluralidad de credos allí reunida.

Y, sobretodo, el mensaje que deja en cada discurso: que su gran deseo es que la Iglesia sea la iglesia de los pobres.

Deseo vivamente que los gestos se traduzcan en acciones concretas que pongan en marcha, o mejor dicho, que retomen la reforma iniciada en el Concilio Vaticano II y que la Iglesia comience a ser creíble para los cristianos, que acoja y perdone en vez de condenar, que no tenga miedo al mundo, al progreso, que no tenga miedo a cambiar (que resuenen en Francisco y su Curia las palabras de Jesús Resucitado cuando se aparece a los discípulos "no tengáis miedo").

Ahora, Francisco, rezaré por ti con la boca grande y con el corazón agradecido. Sé que te espera un calvario pero el Señor, que te ha llamado, cuidará de ti.


1 comentario:

  1. Roberto Fernández18 de marzo de 2013, 7:41

    Intento huir de la disyuntiva 'progesista' o 'conservador' pues considero que la realidad es mucho más compleja (miremos, si no, la vida de cada uno de nosotros), pensemos en el contexto vaticano en que se mueve Franciso.
    Los gestos son importantes. Y sí, yo también pienso y deseo más Concilio Vaticano II, más perdón, humildad y pobreza...
    Recemos, confiemos.
    Gracias, Ricardo, por tu reflexión.
    Un abrazo.
    Robe

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